viernes, 16 de junio de 2017

La Mujer: Un ciudadano de segunda

Todo parece indicar que la vida de la mujer vale menos que la del hombre ya que se han normalizado o más bien cualquierizado los feminicidios. La violencia contra las mujeres parece debe ser asumida como normal, algo a lo que debemos estar expuestas desde que nacemos y acostumbrarnos a recibir las sobras del mundo que se comen los hombres.

Debemos aceptar que, como denunciara la Ministra de la Mujer, cada 48 horas asesinen una fémina y esta cifra no nos inmute. Esto quiere decir que cada dos días un macho dominante creyéndose poseedor de esa hembra, sea su pareja o lo haya dejado, le da muerte.

Es para él un objeto del que puede disponer por lo que le quita la vida a un ser humano que no le pertenece. Cada persona es un ente individual que merece respeto y libertad para tomar sus decisiones.  

En Sánchez Ramírez encontraron una víctima descuartizada y nada pasa. Una señora salió a los medios con la cara llena de hematomas e hinchazón por defender a su hija de los golpes del esposo que amenazaba con matarla y si con la muerte no nos conmovemos con los golpes menos.

¿Cómo podemos exigir oportunidades, alcanzar espacios de poder y ser tomadas en cuenta cuando no podemos garantizarnos la vida? Esta que es la condición  principal que debe existir para que sean viables las transformaciones de nuestras realidades.  

Esas vidas no las defiende la iglesia que con tanta efervescencia se pronuncia y extorsiona a los legisladores con el tema de las tres causales del aborto.


Esas vidas de nuestras mujeres no tienen importancia porque nos hemos creído que merecemos menos, que ellos (los hombres) tienen derecho a más  y que hemos venido al mundo para aguantar. Es el momento de pararnos y defendernos de nuestras propias concepciones erradas, de ser valientes y económicamente autosuficientes ya que este tipo de independencia es la que impide que se perpetúe la dominación.  

viernes, 9 de junio de 2017

El PLD del orgullo a la vergüenza

Ser político, y más aún peledeísta, es sinónimo de ser un ladrón según los planteamientos que he escuchado últimamente en diversos lugares  públicos donde ciudadanos comunes tocan el tema del escándalo de Odebrecht. Si bien es cierto que la culpabilidad o no de los implicados es tema de la justicia el juicio mediático ya está hecho. Estas opiniones deben llamar a reflexión a toda la clase política del país pero sobre todo al partido morado.

La falta de credibilidad en el sistema de partidos no sólo nos afecta a los dominicanos sino que se ha convertido de un fenómeno de carácter global que no podemos ignorar.  En nuestro caso local y particularmente en el Partido de la Liberación Dominicana se están viendo las consecuencias que acarrean alejarse de sus principios.

Ser peledeísta era ser un soldado consciente, valiente y disciplinado pero esta consigna no puede ser válida cuando se ha confundido la disciplina con sumisión dejando de lado la valentía e ignorando lo que dicta la conciencia. Digo esto porque se ha perdido la capacidad de disentir, contradecir y ser críticos a lo interno de la organización aceptando y aplaudiendo todo cuanto hagan dirigentes de superior rango. 

Y no es que se irrespete a los miembros del comité político o central pero no se pueden presentar cambios donde no se permite el aporte de nuevas ideas. Hace unas décadas atrás ser peledeísta era un orgullo y se distinguía por ser diferente mientras que ahora es sinónimo de vergüenza y al igual que los demás partidos son tildados de ser todos iguales.

La realidad es que no hay nada más incierto que la generalización. No son todos iguales ya que hay mucha gente honesta, profesional y capaz pero ha sufrido la exclusión de quien no tiene los medios económicos o relaciones de poder que les apalanquen hacia posiciones donde puedan dar el ejemplo y hacer la diferencia.


Hemos permitido que se perpetúen los dirigentes más convenientes que casi siempre son los peores. Esta es una oportunidad de oro para el gobierno y los partidos de rescatar su popularidad dando espacio a quienes lo merecen y no a quienes les convienen. 

Un congreso que desprecia a las mujeres

Un escupitajo en la cara hubiese sido más agradable para todas las mujeres dominicanas que lo que acaba de acontecer en el congreso de nuestro país. Ignorando las modificaciones hechas por el Poder Ejecutivo el Senado acaba de ratificar la penalización del aborto incluyendo las tres causales.

¿Pero qué son las tres causales? Son simplemente circunstancias en las cuales realizar un aborto sería respetar la vida y los derechos humanos de las mujeres e incluso del feto.

Si la vida de la madre corre peligro ¿le vamos a negar la oportunidad a esa mujer de vivir por llevar a término un embarazo que en diversas circunstancias tampoco sobrevivirá? Los legisladores tal vez ignoran que en casos de cáncer, por ejemplo, una mujer embarazada no puede someterse a quimioterapia y tanto ella como el bebé están condenados a la muerte.

En el caso de que el feto tenga una malformación que haga inviable su vida parece justo para los hacedores de la ley traer al mundo a esa criatura a sufrir.
También resulta saludable para los legisladores que una mujer o niña de a luz al hijo de su violador, de su pariente o ambas penas a la vez. Que tu padre, hermano, tío, primo, abuelo u otro familiar te viole y luego la ley te obligue a tener ese hijo es una desgracia tres veces; primero por el ultraje, luego por ser un familiar y tercero por el niño que siempre le recordará esa tragedia.


La iglesia, que es la primera que pide mano dura contra los delincuentes, ha felicitado esta postura sumisa y cobarde de los legisladores que por no enfrentar el poder eclesial han cedido al chantaje perpetuando así las condiciones de pobreza y delincuencia que son resultantes, en parte, de la no planificación familiar.  

miércoles, 3 de diciembre de 2014

El Tribunal de la Tarde por Coral canales 8 y 39.


Ricky Michel Presbot, Julio Ernesto Martínez, Susy Aquino Gautreau y Elvin Castillo.