Un escupitajo en la cara hubiese sido más agradable para
todas las mujeres dominicanas que lo que acaba de acontecer en el congreso de
nuestro país. Ignorando las modificaciones hechas por el Poder Ejecutivo el
Senado acaba de ratificar la penalización del aborto incluyendo las tres
causales.
¿Pero qué son las tres causales? Son simplemente
circunstancias en las cuales realizar un aborto sería respetar la vida y los
derechos humanos de las mujeres e incluso del feto.
Si la vida de la madre corre peligro ¿le vamos a negar la
oportunidad a esa mujer de vivir por llevar a término un embarazo que en
diversas circunstancias tampoco sobrevivirá? Los legisladores tal vez ignoran
que en casos de cáncer, por ejemplo, una mujer embarazada no puede someterse a
quimioterapia y tanto ella como el bebé están condenados a la muerte.
En el caso de que el feto tenga una malformación que haga
inviable su vida parece justo para los hacedores de la ley traer al mundo a esa
criatura a sufrir.
También resulta saludable para los legisladores que una mujer
o niña de a luz al hijo de su violador, de su pariente o ambas penas a la vez.
Que tu padre, hermano, tío, primo, abuelo u otro familiar te viole y luego la
ley te obligue a tener ese hijo es una desgracia tres veces; primero por el
ultraje, luego por ser un familiar y tercero por el niño que siempre le
recordará esa tragedia.
La iglesia, que es la primera que pide mano dura contra los
delincuentes, ha felicitado esta postura sumisa y cobarde de los legisladores
que por no enfrentar el poder eclesial han cedido al chantaje perpetuando así
las condiciones de pobreza y delincuencia que son resultantes, en parte, de la
no planificación familiar.
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