lunes, 3 de mayo de 2010

La primera lluvia de mayo.

Puntual como el que más, el mes de mayo nos bañó con las lagrimas del cielo. Podriamos decir que a todos los que, por una razón u otra, nos atrevimos a salir a la calle. Vale decir que solamente por un motivo poderoso se atrevería alguien a dejar la comodidad de su hogar ante tremendo aguacero. Pero este 2 de mayo, como todos, me encontraba ante la necesidad de agradar a mi padre aunque fuera con algo tan sencillo como su pastel de cumpleaños por lo que como muchos capitaleños ese día tomé mi sobrilla y salí dispuesta a traer mi jean empapado directo al canasto de ropa sucia.

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1 comentario:

  1. La verdad es que esas lagrimas que nos regalo el cielo, como dices llego en el momento oportuno para detener el calor tan agobiante que nos abrazaba sin intenciones de liberarnos de ese yugo al que nos somete a su entera voluntad, pero la lluvia nos da siempre la esperanza de liberación (en ciertos casos claro).

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